domingo, 14 de noviembre de 2010

La mosca en la leche


“Pasa que, dada mi masa, la inercia es mayor”, digo, un instante antes de darme cuenta de que eso no es necesario para disculparme con la adolescente, a la que casi quiebro el brazo cuando el ómnibus frena mientras me levanto de mi asiento. Pero a ella, que no debe tener ni quince años, imprevisiblemente, se le ilumina el rostro.
La expresión contrasta marcadamente con la de sus dos amigas, que primero mostraron talante de susto cuando vieron que me le iba encima (comprensible, puesto que duplico su tamaño), luego se rieron nerviosamente (como todo el mundo ante los traspiés cotidianos que la tele ha dado en llamar bloopers) y habían retomado la actitud indiferente mientras intercambiábamos las frases de protocolo (“perdón”, “no es nada”, “es que frenó de golpe”, “son unas bestias”) que abruptamente interrumpí con mi análisis mecánico (sólo pensaba en voz alta, como hago a menudo), provocándoles que fruncieran el ceño y la nariz, en una cara de desconcierto digna de un caricaturista.
Pero no ella, la diminuta, a la que casi le rompo el brazo. Sus facciones, como he dicho, se iluminan, con esa clase de sonrisa que sólo implica la comprensión perfecta de un concepto no muy obvio en un momento inesperado.
“Claro, por eso también sería más difícil moverla a usted que a mí”, me dice, sin timidez, sin pensar en si puede molestarme. Intuyo que sabe que sería imposible, porque dije ‘masa’, no ‘peso’, y eso, en nuestro idioma, quiere decir que hablamos de física, no de estética.
“Mucho más difícil”, le contesto, “lo que me resulta bastante útil si se ponen a hacer pogo en los recitales.”
Entonces suelta la carcajada.
Tengo que bajarme (por eso me levanté) pero, aunque no tuviera que hacerlo, creo que no le diría la que le espera por saber cuál es el chiste, y por atreverse demostrar la clase de cosas que le hacen gracia, encima. Tampoco le diría el tiempo que falta para que un día, quizás, elija un buzo que tiene estampado “Diferente” en letras de diez centímetros y lo luzca con orgullo. Ni siquiera le diría que, a la larga, en muchos aspectos, lleva las de ganar, porque eso, esa verdad, que no es científica, no creo que aún pudiera entenderla.

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